IGLESIA PARROQUIAL DE TORRES DEL OBISPO

IGLESIA PARROQUIAL DE TORRES DEL OBISPO

La parroquia de Torres del Obispo, dedicada a la Asunción, preside una hermosa plaza ceñida por venerables casonas, algunas de ellas con grandes portadas doveladas, configurando un espacio típico del siglo XVI que en su día protegieron dos pasos cubiertos.

Pero el lugar como la iglesia son mucho más antiguos. No sabemos si la primera noticia es la existencia de un monasterio de Santa María de Torres a finales del siglo X. Si parece más probable su mención en un documento de 1078, a propósito de la organización de Castarlenas en época del rey Sancho Ramírez. Después, en 1094, Pedro I donó el sitio, con todo tipo de privilegios, a Santa María de Obarra y al Monasterio de San Victorián. Puede que los sillares más descuidados de la fachada oeste pertenezcan a un edificio de esos momentos, aunque los restos más claros de una primitiva iglesia románica son de finales del siglo XII y corresponden a la parte inferior del ábside semicircular, realizado en buena cantería, y a una parte del alero original en los ángulos NE y SE.

La iglesia sufrió una amplia reforma en la segunda mitad del siglo XVI. Se recreció el ábside en piedra y otro tanto sucedió con la nave principal, que bien pudo mantener la estructura románica, pero ahora recibió bóvedas estrelladas. En ellas, los nervios llevan claves con caritas de ángeles y parten agrupados desde ménsulas. Junta a este lenguaje tardogótico, están la galería de arquillos superior y la portada plenamente renacentista, formada por un arco de medio punto entre columnas de orden compuesto y coronada por un frontón triangular. La cubren abundantes motivos de candelieri, angelotes, máscaras relativas a la muerte y personajes desnudos que portan cuernos de la abundancia y cintas con frutos. Además hay otros elementos de tipo más arquitectónico. Es una decoración de inspiración clásica que imita el trabajo de los orfebres, de ahí su nombre de plateresca.

La transformación definitiva llegaría a mediados del siglo XVII. Entonces se rehizo la actual cabecera absidial y se añadieron tres capillas laterales a cada lado, cubiertas con cúpulas sobre pechinas y comunicadas entre si, a modo de naves laterales. Buena parte de todo ello recibió una decoración de yeserías en relieve, bien en la línea barroca de conchas, vegetaciones, angelotes, formas geométricas encadenadas, o bien en la de un novedoso neomudéjar, con lacerías que dibujan octógonos y estrellas de ocho puntas. Estilísticamente están relacionadas con las existentes en las iglesias de Aler y Juseu. Estas últimas fueron realizadas por el arquitecto Juan de la Marca, quien sería autor de las de Torres del Obispo, un artista de origen bearnés que recuperó esta labor mudéjar pasado un tiempo de la expulsión morisca de 1610 y la extendió por todo Aragón.